Nos encanta cocinar… un bizcocho

Hoy hemos estando cocinando un bizcocho. Es una receta que hacemos con asiduedad, pues además de estar riquísimo, conocer diversos alimentos y variedades de bizcocho, y nos permite hacer algo en familia (pues papá es el gran chef de la casa y también está presente en estos momentos).
Acercar a los peques a la cocina, les permite verlo como algo habitual y normal y quitar un poco el típico tabú que nos intentan inculcar de «mucho cuidado con los fuegos» o «prohibido subirse al banco porque se van a quemar o cortar».

Yo he intentado que desde bien pequeños, me ayuden en la cocina, sobretodo cuando he estado haciendo sus cenas diarias. Ahora Adrián está un poquito más pasota a la hora de hacer él su propia cena (pues con dos años era como novedad y necesitaba repetirlo continuamente para perfeccionar esta habilidad); ahora ya la tiene asimilada, pero aún así no deja de hacerla como dos o tres veces por semana. Los yayos de Valencia le regalaron una sartén chiquitita y él está encantado de hacer sus patatas o su pollo o su hamburguesa o su cebollita en la sartén, mientras saboreamos juntos unos trocitos de jamón serrano que nos ha cortado papá (jiji).

No dudéis que permitirles hacerlo a ellos, les permite coger confianza en este ámbito y también reforzar su autoestima. También les estás dejando que prueben (ensayo-error) desde pequeños una serie de habilidades que les permitirán no hacerse daño las siguientes veces. Papá y yo siempre hemos considerado que lo mejor para que nuestros peques aprendan es dejarles hacer (siempre y cuando no suponga un peligro mayor, por supuesto). Si quieren pasar un escalón o subir unas escaleras, consideramos que no debemos prohibirles hacerlo, sino más bien les enseñamos los puntos clave para que lo hagan de la mejor manera posible sin caerse. Ellos prestan muchísima atención a nuestras palabras (pues no hay nada mejor que tener interés en algo) y entonces, aunque se caigan alguna vez, lo resuelven mejor que con la ayuda de un adulto. No con esto quiero decir que nos vayamos a otro lado y los dejemos solos, ni mucho menos. Debemos estar presentes y acompañarles por lo que pueda pasar, pero hay que intentar no corregirles continuamente.
Otro ejemplo muy claro, fue cuando se me planteó el momento de enseñar a Adrián a usar un cuchillo. Él quería usarlo, pues me veía a mí usarlo diariamente. Pues bueno, le dije cuatro cosas básicas… cómo cogerlo, por dónde, cómo cortar ayudándose de las dos manos (pues no tenía fuerza suficiente)… y ¡tachán! desde ese día no hemos tenido ningún problema. Creo que si se lo hubiera prohibido, habría cabido la posibilidad de que lo hubiera cogido por el lugar equivocado por desconocimiento y se hubiera cortado. En fin, esta es mi opinión, claro. Os remito a la web Montessori en casa, donde Cristina me ayudó en la elección del cuchillo para Adrián.

 

Retomando el tema de la cocina, somo unos aficionados a cocinar en familia. Lo practicamos, claro está, los fines de semana que tenemos más tiempo libre, entre semana nos ceñimos a las cenas y a exprimir el zumo de naranja de la merienda, y lo solemos hacer sólos papá o mamá acompañando a Adrián…hasta que se incorpore Inés, el nuevo fichaje. Ya sabéis cómo disfrutan los peques mezclando, experimentando, «guarreando» y observando resultados. El bizcocho es genial para esto, pero también llevamos a cabo la empanada de tomate y atún, la pizza con maíz y aceitunas y las galletas (lo de amasar y cortar también es genial para los peques).

 

 

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