Seguro que si sacamos a relucir el tema de recoger los juguetes, tendremos para un buen rato de debate. Cada uno tendrá una opinión y casi todos estaremos de acuerdo en que a nuestros peques les cuesta bastante guardar sus cosas.
En un aula Montessori hay muchos materiales para que los niños trabajen de manera libre y cuando les interesa. Pero el reto viene en que tan solo hay un solo material de cada tipo, es decir, sólo hay una torre rosa, o unas campanas, o una escalera marrón… lo que supone un reto para los peques. En una escuela tradicional suele haber más de un ejemplar de cada material (varios coches, varios instrumentos iguales, varios bloques de construcciones, varios animales….) así que los niños no se encuentran en la tesitura (casi nunca) de tener que compartir un mismo material. En el aula Montessori sí sucede esto y al principio resulta un caos, pues deben aprender a compartir desde el principio. A largo plazo es muy positivo.
Celine nos ejemplificó con un caso que le sucede habitualmente en las aulas. Un niño coge un material, trabaja con él y cuando acaba debe dejarlo tal y como se lo encontró, para que otro alumno pueda llegar y empezar a trabajar con el mismo material como si fuera el primero en usarlo. Cuando el primer niño se enfada o no lo quiere recoger, y lo deja mal colocado, el profesor no discute con el peque, sino que lo que hacía ella era ponerle una foto suya al lado del material para que supiera que éste lo tenía que recoger él. Hasta que no lo hiciera, no podía emplear ningún otro material. Cuando se le pasara la rabieta, si es que la había cogido, él mismo era consciente de que tenía que recogerlo porque veía su foto allí, y si no lo guardaba, no podía seguir trabajando.
A mí me impactó aquel procedimiento y le di vueltas para adaptarlo en mi hogar. Sabía de antemano que no podía pretender que Adrián no hiciera nada más si no recogía algo, pues la rabieta estaba asegurada, y de momento las rabietas gratuitas las intento evitar (que con las auténticas ya tenemos bastante, jajaja). Así que se me ocurrío modificar un poquito el procedimiento.
Imprimí una foto de cada miembro de la familia (mamá, papá y Adrián, pues Inés aún no estaba) y me dediqué durante una temporada a dejar la foto sobre aquellos materiales que no se habían guardado al terminar de usarlos. Pero es más, yo sacaba algún objeto mío, como un libro o como mis zapatillas de estar por casa y los dejaba a propósito de manera visible con mi foto al lado, para que Adrián se diera cuenta de que era yo quien tenía que guardar eso.
Pues tan sencillo como esto. Lo de cantar la canción típica también ayuda, pero quizá cuando son más pequeños, pues al ir madurando ya no le ven mucho sentido a lo de la canción. Creo que con la foto y diciéndole que debe recogerlo cuando él considere, le estás otorgando más responsabilidad, y eso a ellos en el fondo les gusta, pues le estás ayudando a aumentar su autoestima y les estás diciendo «confío en ti, sé que lo vas a recoger». Además resulta hasta divertido, pues se convierte sin querer en un juego. El único inconveniente es que hay que armarse de paciencia, pues en alguna ocasión hemos llegado a tener la bici de Adrián hasta un día entero en medio del comedor, con su foto al lado. Pero, eso sí, al final y sin enfados ni malas palabras (sólo recordándoselo un par de veces), la ha terminado recogiendo él solo.
Ahora ya no pongo apenas nuestras fotos, aunque debería hacerlo más asiduamente, pero sí pongo la de Adrián cuando se resiste a recoger algo. Incluso el otro día, le dije que guardara las construcciones, y me contestó: «Vale, mamá, pero pon la foto ahora que voy a hacer otra cosa y luego lo recogo». Me sorprendió gratamente, pues en el fondo ya se vislumbra su responsabilidad ante esta acción, y por supuesto hay que respetar su voluntad de guardarlo cuando él quiera, pues seguro que lo que tuviera que hacer en ese momento era más importante que guardar las construcciones. ¿O es que nosotros tenemos nuestras casas impolutas cada segundo?
Seguro que esta no es la mejor forma, pero es la que aplicamos en casa. Mi intención es haberos ayudado con esta idea, por si la queréis poner en práctica con vuestros peques. ¡A mi me ha resultado!